La positividad es un estado de la mente que le
permite observar todos los acontecimientos de manera agradable, viendo siempre
el lado bueno de las cosas.
El exceso de positividad se encuentra en la abundancia
de información y de estímulos, perdiéndose la forma contemplativa de la
atención que por fuerza se dispersa, gradualmente se exige una hiperatención: aquél
aburrimiento profundo que sería fuente de la creación y del pensamiento al que
aludía Walter Benjamin.
Walter Benjamin decía que el aburrimiento
profundo es «el pájaro de sueño que incuba el huevo de la experiencia», y que
también el cansancio es preciso para crear algo nuevo, porque por sus alrededores
ronda el mundo espiritual, mientras que «la pura agitación no genera nada
nuevo», es decir, al estar cambiando de un aburrimiento a otro, no nos damos la
oportunidad de sumergirnos en el aburrimiento para lograr crear algo nuevo y
aleja al hombre de la vivencia profunda. El ser humano no puede ser él mismo si
no se toma su tiempo para encontrarse con su propio ser, sin su ser interior no
existe la persona. Necesitamos acudir a la atención profunda y contemplativa, a
la escucha atenta, aunque resulte del hastío, o de la melancolía. Es preferible
el aburrimiento al «sinvivir» de la agitación, que el movimiento permanente de
lo que ya se puede realizer sin objeto, sin consciencia ni frutos. Pues sin
detenimiento y sin silencio no hay vida interior, y el hombre que no se para a
mirar y no se adentra en sí mismo y en el cuidado de las cosas, pierde la
esencia de la vida personal.
“Quien se aburra al caminar y no tolere el hastío,
deambulará inquieto y agitado, o andará detrás de una u otra actividad.”
(Byung-Chul Han).
Referencia: La sociedad del cansacio de Byung-Chul
Han
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